Cada vez son más las nuevas formas de consumo de alcohol que se han detectado en adolescentes que buscan lograr una intoxicación alcohólica rápida y barata.
Se trata de prácticas conocidas como ‘eyeballing’, que consiste en la aplicación directa de alcohol sobre la mucosa ocular, y el ‘tampodka’ o ‘tampax on the rocks’, tampones impregnados de alcohol, generalmente vodka, que se aplican en la vagina o el ano, por lo que se produce una absorción muy rápida y además evita que el aliento huela a alcohol.
También está el ‘oxy-shots’, que llegó a España en el verano del 2011, y que permite consumir alcohol en dispositivos de nebulización junto con oxígeno, al igual que en los tratamientos broncodilatadores, lo que permite una mayor superficie de absorción y rapidez de acción, al obviar el filtro hepático.
No obstante, estas prácticas no son las únicas. El ingenio de los adolescentes no tiene límites y la última moda ahora es el ‘neknomination’, un peligroso juego que consiste en grabarse un vídeo bebiendo de golpe tanto alcohol como sea posible y de la manera más disparatada, y al final el protagonista nomina a algún amigo para que haga lo mismo o lo supere en el reto.
Está práctica, que comenzó en Australia, ya se ha cobrado la vida de varios jóvenes.
En España, lo último en venta de alcohol ilegal a menores son las bolsitas monodosis de alcohol. Un euro y medio por cinco centilitros de ginebra, ron, whiskey o vodka.
Los establecimientos que lo comercializan suelen estar cerca de discotecas con sesiones ‘light’ o de bares de ambiente, y, aunque, la venta de estas bolsitas está autorizada, estos lugares no cuentan con los permisos para expenderlas de forma legal.
Para evitarlo, estos locales de ocio han incrementado los accesos de seguridad, pero no parecen suficientes, ya que al ser dosis tan pequeñas pueden ser ocultados fácilmente y pasar los controles sin mucha dificultad.
Los expertos han constatado que la crisis ha cambiado la forma que tienen los adolescentes de beber alcohol, pasando de un modelo de «botellón» en el que los jóvenes bebían para divertirse manteniendo un ritmo sostenido de consumo de copas durante toda la noche, a otro modelo de «atracón» en el que los bebedores «se emborrachan primero y luego se divierten».
Esto es así porque el consumo de copas durante toda la noche implicaba un gasto de dinero mayor al necesario para llevar a cabo un «atracón», según el director general de Atención al Ciudadano y Drogodependencias de la Consejería de Sanidad, Juan Manuel Ruiz, y el responsable de la Unidad de Coordinación Técnica de Drogodependencias, Juan Jiménez.
Ahora, los expertos perciben que los adolescentes beben «menos tiempo», se dan un «atracón» en las dos primeras horas, se colocan «por placer» y luego «aguantan» hasta llegar a sus casas «lúcidos, tres o cuatro horas después».
Antes, si la gente estaba de fiesta seis horas se podía llegar a tomar dos copas cada hora, esto es, un total de 12, pero ahora, debido a la restricciones económicas, la población se toma las tres o cuatro copas en la primera hora y luego ya no tiene porqué seguir bebiendo, ya que se emborracha antes».
En general y como resultado de la crisis, Jiménez explica que ha cambiado la forma de consumo y, por ejemplo, las drogas de placer, de ocio y estimulantes «han bajado porque hay menos dinero».