El informático de la CIA Edward Snowden, que ha pedido asilo político al menos a 21 países, incluido España, se encuentra desde hace unos días en la zona de libre tránsito del aeropuerto de Moscú, en donde aterrizó desde su primer refugio en Hong Kong. Debido a algunos ejemplos pasados, como el conocidísimo caso del iraní Mehran Karimi Nasseri, que pasó 18 años en el aeropuerto Charles De Gaulle de París y cuya historia inspiró la película de Spielberg ‘La Terminal’, puede tenderse a pensar, equivocadamente, que se trata de una zona con una especial protección, sometida a un régimen jurídico especial y sin embargo, nada más lejos de la realidad.
“Todos lo aeropuertos internacionales tienen unos espacios para permitir el transbordo y se les llama zonas internacionales, aunque yo creo que el nombre induce al error, porque no se trata de zonas neutras o libres de jurisdicción, sino de una parte más del territorio nacional del aeropuerto”, explica el catedrático de Derecho Internacional de la Universidad de Cádiz, Alejandro del Valle.
Según afirma el profesor, en el momento en que Snowden baja del avión se encuentra en la Federación Rusa y se rige bajo sus leyes. “En Europa tenemos una trayectoria jurídica larga y estos casos ya están más que revisados. Hubo un caso en el aeropuerto de Orly en el que Francia decía que no podía aplicar la normativa francesa y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos resolvió que se trataba de suelo francés y que sí había que aplicar esa normativa. El Constitucional español también considera que las zonas de tránsito de Barajas o de otros aeropuertos internacionales son territorio español”, ha asegurado el profesor del Valle.
Historias en la terminal
A pesar de que las zonas internacionales de los aeropuertos no están sometidas a ninguna protección especial, sí es cierto que ha habido historias insólitas de pasajeros que han vivido en estos lugares, algunos hasta 18 años, como es el caso de Sir Alfred Mehran. La historia de este refugiado, hijo de un médico iraní y una enfermera escocesa, comienza cuando en 1977 es expulsado de su país por protestar contra el Gobierno del sha. Inicia entonces un periplo por las embajadas europeas hasta que consigue estatus de refugiado en Bélgica, pero al cabo de unos años decide viajar a Londres para instalarse en la tierra de su madre.
Según asegura, en el aeropuerto de París le roban su maleta con todos los papeles que le identifican dentro, de modo que al llegar a Londres es devuelto a París. En Francia, sin identificación, no le permiten entrar, así que no le queda otro remedio que esperar en el aeropuerto, una espera que va de las semanas a los meses y así hasta 18 años. En ese tiempo, Sir Alfred se gana la simpatía de trabajadores y pasajeros y deja constancia de su tragedia en ‘The terminal man’, un libro calificado de brillante y también de inquietante por la prensa francesa.
El activista de derechos humanos Feng Zhenghu pasaría 92 días en el aeropuerto de Tokio, incapaz de regresar a su China natal. Cada vez que llegaba a Shangai era devuelto por las autoridades chinas hasta que consiguió, a la novena, que le dejasen entrar, aunque luego sería sometido a un arresto domiciliario.
Se conoce también el caso de un ciudadano de Sri Lanka que vivió en el aeropuerto de Caracas durante cuatro meses, viviendo de la caridad hasta que desapareció y nadie volvió a saber de él. Más de un año, hasta 400 días, viviría en el aeropuerto de Nairobi el keniata Sanjay Shah, subsistiendo de la caridad de los pasajeros y empleados tras haber renunciado a su nacionalidad. En julio de 2005, Londres, que había denegado su entrada un año antes, le concedió la nacionalidad británica debido a la repercusión del caso.